En una oscura y brumosa noche veneciana, el sensual extraño vino a rescatarla, después a embrujarla y, finalmente, a seducirla.
Francine estaba allí para trabajar, no para enamorarse, pero, ¿cómo iba a resistir la febril excitación que Alessandro Zancani despertaba en ella? Parecía ser el amante perfecto… mas, ¿no le había dicho ya que a él le gustaba jugar?
0 comentarios:
Publicar un comentario