Algo había cambiado a aquella mujer.
De niña, Thea Winslow era muy vivaracha y traviesa, pero al volver a verla hecha toda una mujer Richard Blakehurst pensó que parecía medio perdida entre sombras. Sin embargo, no le pasó desapercibido el chispazo que brotó entre ellos cuando sus manos se tocaron. Fue como si se hubiera despertado algo en lo más profundo de ella.
Cuando volvió a ver a Richard, Thea recordó el día que bailaron juntos durante su presentación en sociedad. Pero tenía que dominar sus recuerdos porque ni siquiera su considerable fortuna podría conseguir que él tuviera un buen concepto de ella si se enteraba de la verdad…
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