Cuando Chance Randell ayudó a llegar al bebé de Joy Spencer, él no se imaginó que esta terca muchacha de la ciudad estaría en el camino de sus sueños. Madre e hija eran ahora las dueñas del rancho de su vecino... la tierra que Chance planeaba comprar. Seguramente una belleza rubia no podría sacar adelante un rancho sola, incluso una que le provocaba un estremecedor anhelo y le hacía desear cosas que no podría permitirse el lujo de querer.
Chance le ofreció su ayuda, pero esta viuda precisaba mucho más que eso. Ella necesitaba impedir que sus adinerados suegros obtuvieran la custodia de su bebé. Y toda lo que Chance tenía que decir para que el rancho fuera suyo era "Sí quiero".
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