Cuando el tristemente célebre jugador de ruleta Bahir al-Qadir se vio obligado a proteger a su ex amante, Marina Peshwah, la suerte parecía haberlo abandonado… Había intentado olvidar a la princesa mimada, pero ni siquiera el calor del desierto había conseguido borrar la imagen de Marina de su mente. Y entonces descubrió que su pasión les había dejado algo más que recuerdos… Marina volvía a estar a merced del hombre al que amaba y odiaba al mismo tiempo. Tal vez fuera ella quien tuviese la carta ganadora, pero habiendo cosas tan importantes en juego, el orgulloso jeque iba a apostarlo todo por reivindicar a su heredero.
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